“Para vivir honradamente es necesario romper, confundirse, luchar, equivocarse, empezar y abandonar y empezar de nuevo y de nuevo abandonar, luchar eternamente y sufrir privaciones. La tranquilidad es una bajeza moral.” León Tolstoi
Cuando hablamos de decrecimiento, de disminuir, debemos entender que la propuesta es vivir mejor. El resultado final será un cambio de patrones de vida de los países que hoy han llegado a la desmesura del consumo. Se consumirá menos energía y menos productos, pero se vivirá mejor. ¿Para qué queremos tanta producción, tanto trabajo, tanto dinero, si después no tenemos tiempo para vivir? Los más lúcidos de nuestra sociedad han empezado un cambio significativo en sus existencias. Para vivir con más sobriedad se necesita un aprendizaje.
No podemos cambiar de un día para otro; además, sería contraproducente, para que los cambios repentinos no suelen consolidarse. Un extremismo en materia ecológica lleva a puritanismos que algunos practican como si de una nueva religión se tratase. Ningún fanático llega a serlo de repente. Nadie se acuesta con dudas (que nos salvan de integrismos) y se despierta habiendo encontrado la verdad. Basta con caminar en la buena dirección, conquistando pequeños éxitos sin sacrificios, al contrario, con la satisfacción de observar que la sencillez voluntaria nos permite mejorar nuestra vida. Para salvar el planeta no hace falta practicar una austeridad extrema y vivir con mala conciencia continuamente. Basta con un poco de sentido común. Lo dijo muy bien Epicuro de Samos: “También la frugalidad tiene su medida, el que no la tiene en cuenta sufre más o menos lo mismo que el que desborda todos los límites a causa de su inmoderación”.
PARA INTERIORIZAR
¿Conocías esta palabra, decrecimiento? Piensa un rato en silencio en todas las cosas que tienes que realmente no usas, que las tienes en un armario o en un estante en tu habitación... ¿Las necesitas? ¿Las debería tener alguien que las utilizara?
